La década de los ochenta imprime modificaciones profundas en el proceso del desarrollo del país, de Medellín y el área Metropolitana, mientras que para el resto del país el ingreso mejora desde la década de los sesenta en Medellín, la concentración del mismo aumenta, de igual manera el crecimiento de las necesidades de la población es significativa debido a las constantes migraciones que se presentan desde el punto de vista urbano y rural desarrollando acontecimientos informales en todo el territorio.
Ninguna de las poblaciones específicas es homogénea y por lo mismo conforman grupos primarios, como la familia y se organiza en comunidad para alcanzar objetivos comunes. La Educación de la comunidad es la finalidad primordial del sistema y hacia el logro de esta meta debe confluir todos los actores sociales de esta comunidad organizada, tratando de reducir los conflictos que generan los diferentes condiciones socio-culturales, por medio de la acción concertada y decidida, a través de un proceso de planificación participativa.
En los sectores como educación se dan índices muy bajos de inversión cuyos efectos se sienten directamente en los años noventa con grandes problemas de cobertura dotación y calidad.
La cobertura es especialmente deficiente en la educación secundaria con una tasa de escolarización del 66.6%.
De igual manera la desigualdad de oportunidades por niveles socio-económicos es muy alta, sólo un 40.9% de los matriculados en secundaria terminan estudios, la baja retención escolar presiona el mercado laboral ofrecido, mano de obra no calificada y provocando desempleo juvenil.
Con relación a la forma acelerada y desorganizada como se dá el poblamiento de la ciudad se dan altas tasas de ocupación del espacio público en las laderas del valle de Aburrá en zonas como la norte occidental se presentan índices de densidad de 456 habitantes por hectárea cuadrada mientras que el promedio por la ciudad es de 160 por hectárea cuadrada.
Con relación del espacio público destinado para recreación también se reduce al 2.9 metros cuadrados por habitante y en algunas comunas la cifra llega a ser inferior hasta 0.09 metros cuadrados por habitante lo que impide el desarrollo de actividades que permitan crear vínculos de pertenencia solidaridad y participación en la vida ciudadana.
La planificación participativa se caracteriza por tener como referencia permanente las posibilidades reales de la gente para contribuir a la ejecución de programas del cual es coautora.
La planificación participativa debe ser flexible, debe constituir un vehículo de comunicación permanente entre niveles de concertación y la comunidad también debe activar la dinámica comunitaria para fortalecer los procesos organizativos y de participación.
Muchas de las invasiones producto de los emigrantes ocupan zonas no aptas para urbanización y lo hacen en forma ilegal; estas tierras comprenden el 30% del total de la ciudad lo que conduce necesariamente a carencias de servicios públicos, vías carreteables, centros de salud haciendo que esta población viva en condiciones muy difíciles.
El desarrollo del hombre debe ser integral y armónico que compromete al ser humano en su totalidad, respetando su pluralidad para que el individuo tenga la oportunidad de desarrollarse de manera satisfactoria para él y para los demás.
Todo programa educativo, debe dirigirse hacia el logro del desarrollo corporal, intelectual, afectivo y ético; la dimensión corporal, es importante, por ser éste soporte de la comunicación e instrumento privilegiado, de la experiencia afectiva, teniéndose en cuenta, bajo todos sus aspectos como son: salud, equilibrio fisíco, estético y prestigio. El valor ético, entendido como la aceptación de algunas normas éticas fundamentales, que facilitan a las personas posibilidades de interpretación y aplicación. Este, es el hecho por el cual el sujeto desarrolla una relación individual, frente al sistema de valores de la sociedad en la cual está inmenso, o sea que toda decisión y elección ética es individual, adquiriendo la responsabilidad de sus propias elecciones.
La realización de un programa de desarrollo con carácter humanista, científico y tecnológico, implica una dirección de las acciones hacia el logro de un desarrollo referido a las personas y no a los objetos. Es entonces importante tener en cuenta una serie de realidades, que fluyan en la recepción del mundo, ayudando a esto a un mejor entendimiento del contexto a quien vaya dirigida la acción. Estas realidades son:
-Realidad de clase.
-La realidad del género.
-La realidad histórica.
-La realidad de grupo.
-Realidad de imagen social.
Todas estas realidades ocupan un lugar en el desarrollo, situación que hace necesaria la inserción dentro de las realidades de los otros.
En relación con la seguridad de la ciudad podemos afirmar que aparte de los problemas derivados del narcotráfico, la población ha sido afectada por la violencia de la delincuencia organizada, la acción de grupos de justicia privada y la violación de los derechos humanos por miembros de los organismos del estado.
Son muy altos los índices de homicidios y mientras en 1988 en el Valle de Aburrá se cometió el 18% de los homicidios del país para el año de 1993 pasó al 40% en el 2000 el 60%, a todo este panorama hay que agregar el secuestro y la extorsión que golpean con especial rigor a la población de Medellín.
Otro elemento a tener en cuenta en la ciudad es el problema de la impunidad frente al delito porque se carece de los medios necesarios para investigar los hechos.
Todo este diagnóstico hace presencia en las comunas o en los barrios en que está dividido el municipio de ahí que nuestra población estudiantil no es ajena a toda esta problemática.
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